Top: las 6 muertes de científicos más raras de la historia.
- Irving Ramos
- 13 ago 2020
- 9 Min. de lectura
Actualizado: 15 ago 2020
¿Conoces a Félix Rodríguez de la Fuente? según wikipedia: fue un naturalista y divulgador ambientalista español, que realizaba documentales para radio y televisión, destacando entre ellos El hombre y la Tierra (1974-1980), te invito a que te tomes una breve pausa y busques su biografía en wikipedia y vuelvas después de no más de 1 minuto de exploración.
¿Hay algo que te llamó la atención? quiero saberlo, por favor, escríbelo en la caja de comentarios, ten cuidado con el spoiler.
Félix, es un personaje que, en lo personal, a Eugenio Manuel Fernández (autor del libro Eso no estaba en mi libro de la ciencia) le llama poderosamente la atención porque cito:
"...dejó una huella indeleble en la población española desde finales de los años setenta. Con sus documentales, la palabra «ecología» comenzó a sonar con fuerza en nuestro país"
Un día, Félix, se dirigió con su equipo a rodar la carrera de trineos de Iditarod en Alaska, en el círculo polar ártico, uno de los sitios más inhóspitos de la tierra. Si bien la idea por si sola es lo suficientemente aterradora, la avioneta del piloto Oney en que, habitualmente, la mayor parte del equipo viajaba sufre una perdida de aceite, por lo que Félix decide cambiar de aparato.
Félix, que tenía miedo de volar, antes de subir expresa «Qué lugar más hermoso para morir». Luego de despegar, las dos avionetas vuelan casi juntas y, poco después, la que pilotea Dobson se estrella en circunstancias extrañas muriendo con él el camarógrafo Teodoro Roa, su ayudante Alberto Mariano Huéscar y Félix Rodríguez de la Fuente.
Por si todo lo anterior no fuera ya suficiente coincidencia, el trágico suceso se citó el 14 de marzo de 1980 mismo día en que Félix cumplía cincuenta y dos años. ¿Recuerdas que te pregunté si habías notado algo extraño en su biografía? ¿notaste este pequeño detalle?

Esta historia nos abre la puerta al libro anteriormente mencionado "Eso no estaba en mi libro de la ciencia", el cual, dicho de forma irrespetuosamente resumida, trata de los detalles oscuros que son omitidos en los libros de ciencia, ya sea por ser irrelevantes, bizarros o por cualquier otro objeto de censura.
Es de este libro que hoy te traigo las 6 muertes de científicos más raras de la historia

6. Alan Turing (1912-1954)
La razón por la que ocupa este lugar es únicamente porque su muerte no tuvo tanto que ver con el progreso científico sino con el progreso social
Alan Turing, conocido por descifrar la máquina Enigma en la Segunda Guerra Mundial, entre otros avances científicos, acudió a la policía en 1952 para denunciar un robo. Pero al contar que su propio novio, Arnold Murray, había sido quien había ayudado a los ladrones a entrar, el hurto, pasó a segundo plano, porque así es, has escuchado bien, él era homosexual.
Lo juzgaron por «indecencia grave y perversión sexual». Fue condenado a un tratamiento con estrógenos que le provocó graves daños físicos, incluyendo la disfunción eréctil.
El 7 de junio fue encontrado por su ama de llaves en la cama, muerto, la causa: comer una manzana envenenada con cianuro. Creo saber lo que estás pensando y no, esto no tiene nada que ver con el logotipo de apple o al menos no encontré relación.
Algunos dudan demasiado de la historia de los hechos por su similitud con el cuento de blancanieves, pero la leyenda negra aumentó cuando, efectivamente, se descubrió que había cianuro tanto en su cuerpo como en un laboratorio contiguo a su cuarto, que él llamaba «la habitación de las pesadillas».
Sin embargo, nunca se hizo la prueba a la manzana, aunque su madre siempre sostuvo que la ingesta fue accidental. Hay quien cree que así como la bruja engañó a Blancanieves alguien asesinó a Turing, siendo sospechosos los que vivían con él, entre ellos, su propia madre.
Hasta el 24 de diciembre de 2013 Isabel II no firmó una orden de gracia y misericordia para concederle el perdón por la pena, aunque ya llegó a título póstumo. Sin duda, una muerte con la que la sociedad de aquel tiempo, siempre estará en deuda.
5. Jason Altom (1971-1998)
¿Alguna vez te has sentido abrumado por la escuela? el temor de fallarle a tus padres, de decepcionarlos no por el hecho de una nota baja, sino aún peor, perder la carrera completa.
Podría haber sido tal vez el caso de Jason Altom un joven que recibió una beca para trabajar con nada menos que el Nobel de Química Elías James Corey en la Universidad de Harvard, una oportunidad con la que muchos hemos fantaseado e incluso hecho bromas, estudiar en Harvard.
Corey le encargó la síntesis de una molécula que sería el comienzo de su carrera científica. Tiempo después, en agosto del 98, encontraron el cuerpo de Altom en su apartamento y al lado una nota con la leyenda: "No resucitar. Peligro: cianuro de potasio".
El estudiante no quería que nadie muriera intentando reanimarlo con RCP, bebió el veneno que previamente había sustraído del laboratorio de Corey. También dejó 3 cartas dirigidas a sus padres, al departamento de química de Harvard y al propio Corey.
Tiempo después, su familia desveló el contenido de las misivas, en las que se afirmaba la presión a la que sometía la universidad a los estudiantes y que había sido la razón de su suicidio y cito:
"los profesores aquí tienen demasiado poder sobre las vidas de los estudiantes de posgrado"
Resulta que no era el primer alumno en suicidarse, pero si quien explicase los motivos, se convirtió en un héroe entre los estudiantes. Desde entonces, la evaluación de los alumnos se cambió de un solo profesor a un grupo de docentes, que además incluyen a consejeros y psicólogos.
Compañeros postdoctorales sintetizaron la molécula que Altom buscaba. Publicaron un artículo con el hallazgo en Journal of the American Chemical Society e incluyeron al joven entre los autores.
4. karen Wetterhahn (1948-1997)
Una química neoyorquina y experta en metales pesados. En el verano del 96, se encontraba realizando unos experimentos sobre cómo los iones de mercurio interactúan en el proceso de reparación del ADN.
Antes había realizado el mismo ritual de siempre: guantes de látex bien ajustados antes de manipular cualquier sustancia.
Al tomar dimetilmercurio con una pipeta, cayeron dos gotas sobre su mano, en teoría, protegida, por lo que la química no le dio la mayor importancia. Tres meses después, comenzó a sentir dolor abdominal y a perder peso de manera preocupante. Menos de un año después, comenzaron los síntomas neurológicos de una intoxicación por mercurio, metal pesado que en su sangre superaba en 80 veces la cantidad tolerable. Cito al autor del libro:
"Karen fue una verdadera heroína de la ciencia, pues gracias a ella sabemos que el dimetilmercurio atraviesa en pocos segundos barreras de látex, PVC, butilo, neopreno, y es absorbido sin problemas por la piel"
Wetterhahn murió en menos de un año tras su exposición a unas simples gotas, a la edad de 48 años. Sin embargo, su muerte sirvió para que la comunidad científica se replanteara todos los protocolos de seguridad.
Una de tantas veces en que la vida le cobró a la humanidad el precio de su ignorancia.
3. Ignaz Philipp Semmelweis (1818-1865)
Te presento al dr. House de la vida real, un carácter casi similar. Se especializó en obstetricia para conseguir una plaza como doctor en el Hospital General de Viena.
Allí observó que, en uno de los pabellones de Maternidad, en el que solo se permitía pasar a los estudiantes de medicina, tenía una mortalidad muy superior, por fiebre puerperal, que el otro en el que asistían a las parturientas.
Explicaban que la razón de esto era porque las manos de las parteras eran más finas y suaves. Una explicación paupérrima que para aquel tiempo era totalmente aceptable.
"No puedo dormir ya. El desesperante sonido de la campanilla que precede a sacerdote portador del ciático ha penetrado para siempre en la paz de mi alma. Todos los horrores de los que diariamente soy impotente testigo me hacen la vida imposible. No puedo permanecer en la situación actual, donde todo es oscuro donde lo único categórico es el número de muertos"
Y es que además de lo anterior mencionado a mitad del siglo XIX nueve de cada diez operaciones acababan en muerte.
Las palabras de Semmelweis, toman mayor sentido cuando te enteras, que él se encontraba convencido, que la verdadera razón de tantas muertes, era la falta de higiene.
Semmelweis había instalado lavabos y obligaba a los estudiantes a lavarse las manos antes de examinar a las embarazadas, una acción que, si bien para nosotros apenas es suficiente, para el personal del área de obstetricia de aquel tiempo como el Dr. Klein, les parecía una ofensa.
¿Cómo culpar a un obstetra de la fiebre puerperal? Klein retiró temporalmente a Semmelweis de la medicina, entre tanto, Semmelweis, para sus desventuras, recibe una triste noticia: su amigo, el forense Jakob Kolletschka murió con fiebre y escalofríos a los pocos días de cortarse con un bisturí.
Semmelweis pidió la autopsia de su colega, solo para confirmar su sospecha, el cuadro clínico había empezado con linfangitis y flebitis en el brazo de corte y, de ahí, se extendió por todo el cuerpo. Una infección similar a las observadas en sus parturientas. Ahora al fin tenía pruebas y no había lugar a dudas.
Sin embargo, gracias a su extraña personalidad y su obsesión porque los médicos se lavaran las manos, Semmelweis fue expulsado del Hospital de Viena, tomado por loco y encerrado en un manicomio. Muriendo poco después a los 43 años de edad, la causa, una infección generalizada, con un origen incierto, algunos dicen que fue por una paliza otros que fue tras cortarse por un bisturí.
Lo que lo coloca en este top, es que, si bien su muerte no fue tan trágica como los demás, vivió una vida llena de impotencia además del hecho de pasar sus últimos días en un manicomio siendo que 40 años después de su muerte Louis Pasteur y Robert Koch le darían la razón.
2. Daniel Alcides Carrión García (1857-1885)
Fue un científico que realizó sus prácticas de medicina en el Hospital San Bartolomé de Lima (Perú).
Trabajaba con dos enfermedades: la "fiebre de Oroya" y la "verruga peruana" cuyas similitudes solo se diferencian porque la primera era altamente letal mientras que la segunda tenía mejor bienaventuranza.
Ergo, siendo la "verruga peruana" menos letal, Carrión se inoculó fluidos procedentes de la verruga de una paciente.
Aquí quiero preguntarte: ¿qué hubieras hecho tú? si para investigar una enfermedad te pidiera inyectarte un poco, con la excusa de que no es letal, aun sabiendo que, tiene especial parentesco con una que sí lo es ¿aceptarías? ¿por el bien de la ciencia, de la humanidad?
20 días después empezó a sentir malestar general y dolor en un tobillo, hasta entonces, unos síntomas totalmente esperados, pero, después, todo empeoró.
Escalofríos, cefaleas, fiebre, insomnio... De forma paralela, el médico en prácticas apuntaba, minuciosamente, todo lo que ocurría. Pero otros 9 días después, llegaron los delirios, tuvo que pedir a un compañero que escribiera por él.
El 2 de octubre, cumpliéndose 2 semanas desde los primeros dolores, cayó en coma. Pero antes escribió:
"Hasta hoy había creído que me encontraba tan solo en la invasión de la verruga, como consecuencia de mi inoculación, es decir aquel periodo anemizante que precede a la erupción; pero ahora me encuentro firmemente persuadido de que estoy atacado de la fiebre de qué murió nuestro amigo Orihuela: he aquí la prueba palpable de que la fiebre de Oroya y la verruga reconocen el mismo origen"
Dicho de otro modo, aunque se infectó con la "verruga peruana", manifestó los síntomas de la "fiebre de Oroya", por tanto, ambas tenían el mismo origen.
El 5 de octubre de 1885, 17 días después de enfermar, murió. Siendo ahora esa fecha el día nacional de la medicina en Perú y lo apodan "el mártir de la medicina peruana"
1. Dian Fossey (1932-1985)
El paleantropólogo Louis Leakey comprendió la importancia de conocer a los simios y envió a tres científicas para desentrañar sus misterios. Jane Goodall se fue a Tanzania con los chimpancés; Biruté Galdikas viajó a Indonesia con los orangutanes; y Dian Fossey, quien ocupa el primer lugar en el top, se trasladó a Ruanda con los gorilas.
¿Qué tiene de especial para ocupar el primer lugar? incluso le mintió al paleantropólogo Leaky para trabajar con él, ya que no era veterinaria por no aprobar el examen de Ciencias.
A pesar de ello, sus estudios de Terapia Ocupacional y Educación Especial le servirían para estudiar mucho más allá del censo que le mandó realizar su jefe. A la vez que estudiaba a estos animales, se doctoró en Zoología. Siempre he dicho, que ser científico o ingeniero, no es un título universitario sino una forma de vida
En 1968, un año después de su llegada a África y tras colaborar varias veces con National Geographic, la revista le mandó a Fossey al fotógrafo Bob Campbell y consiguieron ser portada de la aclamada publicación, renombre en sus respectivas carreras.
De forma paralela también se reforzó su relación con los gorilas. Sobre todo, con un macho llamado Digit. Pero los cazadores furtivos cada vez asolaban más a Fossey, que utilizaba las creencias supersticiosas de los lugareños para intentar frenar la captura de los simios.
Sin embargo, la situación empeoró tanto, que un día la científica encontró decapitado y con las manos cortadas a Digit en 1977. Esto en lugar de intimidar a Fossey provocó que enfrentara no solo a los cazadores, sino también al gobierno ruandés, que la amenazó con cerrar su investigación.
El carácter de la investigadora se volvió cada vez más reservado y en 1985 ya se encontraba sola.
Tan doloroso como suena, el 26 de diciembre, la noche después de navidad, alguien entró en su cabaña y la asesinó a sangre fría, por si esto no fuera suficiente, fue encontrada con la cabeza dividida en dos por un machete. Jamás se hizo justicia de tan abominable crimen, pues nunca se supo quien acabó realmente con su vida.
Su historia inspiró una película titulada “Gorilas en la niebla” la cual recomienda arduamente el autor del libro que les mencioné, diciendo:
“Hay más humanidad en esos gorilas que en muchos humanos que conocemos”
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